viernes, 7 de junio de 2013

De las Ideas innatas en general

Ensayo Final Asignatura: Racionalismo 
Profesor: Andrés Felipe Ospina Serna 
Presentado por: Carlos Eduardo Bueno 
 De las Ideas innatas en general. 
 La filosofía debería comenzar con un volverse 
hacia adentro de la propia mente sobre sí misma. 
Cottingham. Descartes  
 
Hacia un concepto de idea innata en Descartes.

Descartes afirma que algunas de nuestras ideas son innatas y mantiene en las Reglas para la dirección del espíritu (de ahora en adelante Reglas) la teoría de que la ciencia debe basarse en esencias simples conocidas a través de la intuición, puesto que “ninguna ciencia puede obtenerse, sino mediante la intuición de la mente o la deducción”[1] y además “sólo de las  cosas  puramente  simples  y absolutas  puede  tenerse experiencia cierta”[2]

A su vez se encuentra una referencia, casi accidental, en la Tercera Meditación al concepto astronómico de sol como una idea innata:

Hallo en mis dos ideas diferentes del Sol, una que parece obtenida mediantes los sentidos, y que ha de incluirse entre las que tengo por adventicia,  y otra tomada de los razonamientos astronómicos, es decir, de ciertas nociones innatas en mí.[3]

Lo anterior refuerza la sospecha de su compromiso con algún tipo de teoría innatista aunque, como plantea Cottingham[4], surja de forma accidental y no a través de formulaciones explícitas.  Desde el punto de vista de la metodología científica surge la siguiente cuestión: en qué sentido piensa Descartes que algunas, o todas, nuestras ideas científicas son independientes de la experiencia.

En cierto sentido es fácil decir qué es lo que no quiere decir Descartes con su teoría innatista. No quiere decir que antes de que comience cualquier aprendizaje haya, nociones, imágenes mentales e ideas acerca de Dios implantadas por la naturaleza, en la mente humana. Pues como señala Juan Pedro García del Campo a esta sugerencia, Descartes responde en, las Notas dirigidas contra un cierto programa, que considera tal teoría “patentemente absurda y falsa”. Más explícitamente:

Nunca he escrito o pensado que tales ideas fueran reales, o que fueran, de alguna forma no conocida, imágenes mentales distintas de la facultad pensar; de hecho, más que ningún otro, me he opuesto a tal clase de entidades escolásticas vacías, de tal modo que apenas soy capaz de contener la risa cuando veo el caudal de evidencias que (nuestro oponente) ha acumulado para probar que los niños no tienen en el seno materno una idea real de Dios, como si esto fuera una espectacular refutación de mis teorías.[5]*

Este punto se repite, según Cottingham[6], de forma ambigua, en la obra de Descartes titulada Conversación con Burman, donde el autor afirma que no contamos con evidencia alguna para creer que el niño tiene una idea real de Dios. Sería imprudente mantener esta idea, ya que no tenemos ninguna  evidencia relevante sobre ello. No parece probable que así sea, ya que en la infancia la mente está tan sumergida en el cuerpo que los únicos pensamientos que tiene son aquellos que son consecuencia de cómo se afecta al cuerpo.
Esto podría interpretarse, por una parte, como una puerta abierta a las ideas innatas en el niño, con la precisión de que el niño está tan preocupado por asuntos más mundanos que es incapaz de advertir sus ideas innatas. Sin embargo, podríamos, por otra parte, interpretar este texto, (en caso de reflejar fielmente la opinión de Descartes) como una total ausencia de toma de posición respecto al tema de si las ideas innatas son reales o potenciales. Incluso en el caso de que el niño tuviera ideas innatas la posición de Descartes sería ésta: la principal diferencia entre el adulto y el niño es que el pensamiento metódico y capacitado del adulto puede hacer explícitas sus ideas innatas, mientras que la mente del niño está sumergida en asuntos más primordiales e inmediatos. 

Entonces si Descartes no quiere decir que el niño tenga ideas reales (como la idea de dios) en la mente, en el momento de su nacimiento, ¿qué pretende decir cuando  plantea que el hombre nace con la capacidad de adquirir ideas? Esto parece ser todo lo que afirma cuando dice que “Nunca he escrito o creído que la mente necesite ideas en el sentido de algo distinto de su capacidad de pensar”[7]

Un aspecto que constituye el grueso de la teoría, que es parte de la hipótesis del innatismo, es que las ideas no pueden reducirse a los estímulos sensoriales que las causan o a los estados cerebrales que las acompañan. Sin embargo existe cierta ambigüedad en su teoría de las ideas, más precisamente en lo que se refiere a considerar que las ideas tienen como causa la estimulación sensorial y al referirse como ideas a las huellas cerebrales que resultan de tales estímulos. Puesto que “toda sensación una percepción de  algún  movimiento  del  cuerpo,  sin  embargo,  no  deja  de  ser  una acción de la mente; así, la sensación no precisa ninguna especie intencional y no reside en los sentidos externos, sino en el cerebro”[8]. Una vez que acepta la inexplicable relación causal entre la estimulación sensorial y la aparición de ideas apropiadas en la mente, Descartes pretende aclarar el status especial de estas ideas frente a sus causas y por ello llama a todas las ideas de la mente innatas.
El argumento de esta postura es el siguiente:

Cualquiera que advierta rectamente hasta dónde se extiende nuestra facultad de sentir y qué es lo que de ellos puede llegar a nuestra facultad de pensar, debe reconocer que ninguna de las ideas de las cosas, cual las formamos por el pensamiento, ha sido presentada en nosotros por ellas; de modo quenada hay en nuestras ideas que no sea innato a la mente o a la facultad de pensar, excluidas sólo estas circunstancias que respectan a la experiencia[9]

El argumento puede resumirse del siguiente modo: Está claro que hay unas condiciones especificables, bajo las cuales, una idea es provocada en la mente humana por estímulos extra-mentales, aunque lo que se transmite del estímulo exterior no es más que una perturbación física de los nervios. Las entidades mentales, como las ideas, tienen una naturaleza distinta de los patrones físicos que las acompañan, por lo tanto, incluso aquellas ideas que son provocadas por estímulos extra-mentales y se encuentran correlacionadas con ellos, son innatas, en el sentido de que son irreducibles al tipo de realidad que las provoca en la mente:

Nada alcanza nuestras mentes desde los objetos externos a través de los órganos de los sentidos, excepto algunos signos corporales... (Las ideas) no tienen ninguna similitud con los signos corporales.... por lo tanto se sigue que las ideas de estos signos y representaciones son innatas en nosotros.[10]

Esta irreductibilidad del significado de innato se designará a partir de ahora como “innato irreductible”. Pues bien para Descartes el innatismo irreductible de las ideas se sigue de una serie de consideraciones acerca de la inmaterialidad de la mente, la universalidad de los conceptos en oposición a las imágenes y la perfección de los conceptos comparada con los ejemplos imperfectos de los mismos que se encuentran en la realidad física. Es importante recalcar, como sostiene Cottingham, respecto al innatismo irreductible: 1) que se aplica indiscriminadamente a todas las ideas, y 2) que no es una tesis específicamente cartesiana, sino que representa el innato por parte de Descartes de determinar la distinción entre categorías conceptuales y no conceptuales, lo cual es consistente con el dualismo[11].

Entre las ideas innatas irreductibles, Descartes distingue aquellas que siendo innatas son adquiridas o construidas. Entonces tenemos que a la subdivisión de las ideas que llamamos innatas reductible se le agrega otro subgénero que se denominará ideas innatas del intelecto. Descartes no proporciona más que algunas indicaciones de lo que quiere decir con innato en este segundo sentido del término.  

Hay tres categorías de ideas innatas restringidas.

a) aquellas ideas que surgen en la mente como consecuencia de estímulos extra-mentales (es decir, las ideas adquiridas)
b) aquellas ideas que son construidas como resultado de la combinación de ideas simples. Este proceso no precisa necesariamente el empleo de la imaginación y la memoria, dependiendo del tipo de ideas que se combinen. Estas son las que llamamos ideas construidas
c) aquellas ideas que se encuentran en el intelecto y que no pertenecen a ninguna de las dos categorías anteriores. Estas son las ideas innatas del intelecto.
Esta distinción la podemos encontrar en las Notas dirigidas contra un cierto programa y en las Meditaciones:

Como advirtiera que en mí hay ciertos pensamientos que no proceden de los objetos externos ni de la determinación de mi voluntad, sino de la sola facultad de pensar que está en mí, para distinguir las ideas o nociones que son formas de estos pensamientos, de aquellas que son sobrevenidas o hechas[12].
Y me parece que es necesario considerar aquí, sobre todo, que hallo en mi innumerables ideas de algunas cosas que, si bien tal vez no existan fuera de mí en ninguna parte, no obstante no se puede decir que no son nada; y pese a que en cierta forma yo soy libre de pensarlas o no, no soy yo quien las finjo, sino que poseen sus verdaderas e inmutables naturalezas. De tal modo que, por ejemplo, cuando imagino un triángulo, pese a que tal vez dicha figura no exista en ninguna parte fuera de mi pensamiento, ni nunca haya existido, no obstante, hay una cierta naturaleza de esa figura, esto es, su esencia o su forma, que es inmutable y eterna, que no ha sido fingida por mí, y que es independiente de mi mente.[13]

Para explicar con más profundidad la procedencia de estas ideas innatas del intelecto, Descartes recurre a la idea de una existencia potencial que puede ser llevada a cabo mediante las actividades propias del intelecto. Por supuesto la noción de la potencialidad de tener ideas no es mucho más clara que la idea del innatismo. Descartes explica que así como un pedazo de cera posee la potencialidad de tener distintas imágenes impresas sobre él, la mente humana tiene la potencialidad de tener distintas, ideas. Dado esto, puede decirse que posee ideas innatas. Entonces, las ideas innatas, según esto, no son realmente distintas de la mente misma, ya que la capacidad de tener ideas está incluida en la definición de la mente humana. Descartes parece corroborar esta conclusión cuando escribe que:

Las Ideas que no proceden de otro lugar que de nuestra facultad de pensar, y, por tanto, como ella, innatas a nosotros, esto es, existentes siempre en nosotros en potencia, pues ser en alguna facultad en potencia no es ser en acto sino sólo en potencia, porque este nombre de facultad no designa otra cosa que potencia[14].

Por tanto, postular la existencia de ideas innatas es afirmar tan sólo que poseemos la facultad de obtener ideas. Esta aclaración es muy escueta como para ser aplicada a todas las ideas por su condición de innatas irreductibles, ya que poseemos la capacidad o potencialidad de adquirir cualquiera de las tres categorías de ideas antes mencionadas y esto las hace igualmente innatas.

Sin embargo, en otros textos, encontramos la insinuación de que las ideas innatas del intelecto son consecuencia de una disposición o propensión natural de la mente humana para concebir una clase particular de ideas entre las muchas posibles y de esta manera llevarlas a cabo independientemente de cualquier agente extra-mental. Así, en las Notas dirigidas contra un cierto programa, el innatismo de las ideas es descrito como algo parecido al innatismo de una enfermedad a la cual se tiene una propensión natural. Las ideas son innatas: 
En el mismo sentido, decimos que la generosidad es innata a algunas familias, y a otras alguna enfermedad como la gota o un cálculo, no porque los niños de estas familias padezcan estas enfermedades en el útero materno, sino porque nacen con cierta disposición o facultad para contraerlas[15].

Este análisis del innatismo implica la simple posibilidad de tener ciertas ideas. Implica que hay algo realmente presente en la mente humana que favorece el surgimiento de las ideas innatas del intelecto, en el niño, cuando se cumplen unas determinadas condiciones.

El intento de aclarar este sentido de potencialidad lleva a Descartes a comparar las ideas innatas del intelecto en el niño con la condición de un adulto él cual tiene muchas ideas en las que no está pensando en un momento determinado. Por ejemplo: una persona que ha ejercido sus facultades intelectuales durante algún tiempo, ha tenido la experiencia de formular juicios, denegar proposiciones, etc. Por lo tanto puede decirse que tiene las ideas innatas de verdad, duda, certeza. Esto nos lleva a decir que el ejercicio de las facultades cognitivas es por sí mismo suficiente para producir, en una mente reflexiva, los conceptos de verdad, duda, etc. Estas ideas son innatas del intelecto en el sentido de que no se derivan de ninguna experiencia sensorial. Además la mente no tiene necesariamente que ser consciente de ellas en todo momento y de una manera explícita. Lo que Descartes quiere decir cuando afirma que tenemos ideas innatas del intelecto es que tenemos la propensión de generar tales ideas espontáneamente en la mente como reflejo de nuestras actividades intelectuales.

Todo lo planteado hasta el momento indica que Descartes utiliza la palabra innato para caracterizar dos aspectos distintos de las ideas. Todas las ideas son innatas y ésta es una tesis metafísica sobre la irreductibilidad de las ideas (intelectuales) a los estímulos físicos o estados cerebrales que frecuentemente ocasionan su aparición en la menté, Entre las ideas innatas irreductibles algunas son más independientes de la experiencia, en tanto que la mente puede llegar a tenerlas como reflejo de su propia actividad intelectual o por inferencia a partir de esos mismos reflejos. En este sentido, la idea de verdad, duda o pensamiento son adquiridas, como lo es la idea de alma. Incluso la idea de Dios es innata del intelecto, en el sentido de que puedo llegar a tener la idea de ser perfecto como reflejo de mi propia imperfección:

No resulta extraños que Dios, al crearme, haya puesto tal idea en mí, a fin de que fuese como la firma del artífice estampada en su obra; y tampoco resulta indispensable que dicha firma sea lago diferente de la obra en sí. Más bien, precisamente por ser Dios quien me hizo, en muy factible que yo, de alguna manera, haya sido hecho a imagen y semejanza suyas, y que tal semejanza, en la cual está contenida la idea de Dios, yo la perciba mediante la misma facultad que me permite percibirme a mismo.[16]

Así, pues, las anteriores afirmaciones buscan sostener que nacemos con la idea de Dios en el mismo sentido en que nacemos con la idea de nosotros mismos. Como reflejo de nuestras facultades mentales podemos generar la idea de un ser pensante, igual que hace Descartes en las Meditaciones, y por extensión podemos generar la idea de Dios. Lo que no podemos hacer es percibir a Dios en el sentido en el que percibimos el calor, el frío o los objetos físicos. El término innato del intelecto de Descartes es una manera de señalar el status epistemológico especial de algunas de estas ideas.


[1] DESCARTES, Rene. Reglas para la dirección del espíritu, Alianza, Madrid 1995. Pág. 101
[2] Ibíd., p. 80
[3] DESCARTES, Rene. Meditaciones metafísicas, Panamericana, Bogotá 2008. Pág. 28
[4] COTTINGHAM, John. Descartes: filosofía cartesiana de la mente, Universidad Nacional Autónoma de México, Mexico 1995. Pág. 218
[5] DESCARTES, Rene. Notae in programa, Texto no publicado realizado por Juan Pedro García del Campo. Pág. 32 y Notae programación quoddam de la Universidad de Nantes. Pág. 11
[6] COTTINGHAM, John. The Cambridge companion to Descartes, Cambridge, New York 1992. Pág. 218
[7] DESCARTES, Rene. Notae programación quoddam, Ob. Cit. Pág. 16
*En la bibliografía se adjunta el link de la traducción inédita al francés del texto latino “Notae programma quoddam“ también conocido en español como “Notas dirigidas contra un cierto programa”. Dicho link, por una brecha del lenguaje (desconocimiento del idioma francés) está embebido por la aplicación de Google translate del francés al español. Por último en lo que respecta a las citas se  encuentran apoyadas en la traducción anteriormente mencionada y en los apuntes de Juan Pedro García. Es por ello que en algunos casos la nota al pie está acompaña de dos referencias.
[8] DESCARTES, Rene. Notae in programa, Ob. Cit. Pág. 30.
[9] Ibíd., p. 79
[10] Ibíd., p. 79 y Notae programación quoddam pág12
[11] COTTINGHAM, John Ob. Cit. Pág. 223
[12] DESCARTES, Rene. Notae in programa, Ob. Cit. Pág. 77. y Notae programación quoddam, Ob. Cit. Pág. 11.
[13] DESCARTES, Rene. Meditaciones metafísicas, Ob. Cit. Pág. 52.
[14] DESCARTES, Rene. Notae in programa, Ob. Cit. p. 83.
[15] Ibíd., p. 77
[16] DESCARTES, Rene. Meditaciones metafísicas, Ob. Cit. Pág. 39.



Bibliografía.
BARROSO, Ana Gabriela. El racionalismo, El Cid Editor 2012
COTTINGHAM, John. Descartes: filosofía cartesiana de la mente, Universidad Nacional Autónoma de México, Mexico 1995.
COTTINGHAM, John. The Cambridge companion to Descartes, Cambridge, New York 1992.
DESCARTES, Rene. Reglas para la dirección del espíritu, Alianza, Madrid 1995.
DESCARTES, Rene. Meditaciones metafísicas, Panamericana, Bogotá 2008.
DESCARTES, Rene. Notae in programa, Traducido por Juan Pedro García del Campo no publicado.
MALINOWSKI, Syliane Autoconciencia y los límites de la razón: algunos problemas en la teoría cartesiana de la intuición de uno mismo, Anuario de filosofía Universidad autónoma de México. Junio 2008, vol.2 Disponible en internet: http://www.journals.unam.mx/index.php/afil/article/view/31541